martes, 17 de febrero de 2009

Acelerador de partículas


Londres.- Una luz 10.000 millones de veces más brillante que la del Sol, obtenida gracias a un acelerador de partículas, puede ser la herramienta esperada por los científicos para conocer detalles hasta ahora ocultos del antiguo Egipto.

Se trata de un haz de luz producto de la intensa radiación que genera la llamada Fuente de Luz Diamante (DLS por sus siglas en inglés), una tecnología que forma parte del sincrotrón situado en Oxfordshire (sur de Inglaterra) y por la que ya se han interesado los responsables del British Museum de Londres para poder realizar exámenes exhaustivos, y no invasivos, de sus tesoros egipcios.
Tres pequeñas estatuas del British serán las primeras a ser sometidas a una sesión de este potente aparato de rayos X y les seguirán momias y sarcófagos, según se anunció durante la conferencia sobre el Avance de la Ciencia que se celebra en Chicago (EEUU).
El diario "The Times" recoge hoy las declaraciones de Jen Hiller, una de las responsables de la DLS, quien explicó que los arqueólogos "podrán usar este rayo único para hurgar con profundidad en artefactos antiguos preciosos de una manera no invasiva".
"Nunca antes ha sido posible hacer un escáner, ni lograr imágenes de las piezas más grandes con tanta precisión", añadió Hiller, quien explicó que las instalaciones del acelerador de partículas de Oxfordshire permiten albergar objetos de grandes dimensiones.
El gran tamaño de las instalaciones estaba pensado originalmente para poder estudiar la fatiga del metal de las estructuras de los aviones comerciales, con el fin de evitar accidentes, pero los responsables del British se dieron cuenta de que sirve también para las piezas grandes que hasta ahora sólo podían mirar por partes.
"Vamos a poder examinar por ejemplo sus estatuas de bronce a tamaño natural. (Los egiptólogos) no están seguros de cómo fueron fabricadas. Tampoco están seguros de cuántas veces fueron reparadas. Nos dará la oportunidad de ver su interior. Los egipcios solían esconder cosas dentro de sus estatuas", dijo Hiller.
Janet Ambers, del British Museum, confirmó el interés del museo por aprovechar esta tecnología: "Nos ayudará a dar respuesta a cuestiones relacionadas con los materiales y la tecnología que utilizaban para construir las estatuas, y nos dará información sobre cómo fueron modificadas en sus restauraciones del siglo XIX".
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lunes, 16 de febrero de 2009

Cerveza en el antiguo Egipto


Bebida muy apreciada por todos los pueblos de la antigüedad, los arqueólogos le asignan una edad mínima de 6.000 años. Conocida en Egipto con el nombre de Heneket, fue considerada al mismo tiempo bebida de los dioses y bebida nacional, por cuanto el pan y la cerveza, a los que denominaban “los dos nuevos ojos”, estuvieron siempre presentes no solo en la alimentación cotidiana de las gentes, sino también en las ceremonias tanto religiosas como funerarias.
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Clases de cerveza
Para algunos autores la cerveza fue uno de los variados presentes con que la diosa Isis quiso ayudar a la humanidad. Para otros por contra habría sido inventada por el dios Osiris. En cualquiera de los casos se sabe que existían básicamente dos tipos: la roja, y la clara, colores que dependían del cereal utilizado. De ellos, una era más floja y dulce llamada Higit, y otra de sabor y textura más fuerte denominada Sejepet y Jenea. Con unas características que la diferenciaban bastante de las actuales, (pues no en vano acostumbraba a ser mas espesa, nutritiva y dulzona, sin espuma, y con un buen número de impurezas que obligaban a beberla con una paja a la que se había dotado de un filtro especial), era consumida tanto por niños como por adultos, hecho que lleva a pensar consecuentemente que su grado de alcohol no era excesivo, aunque sobre este particular el historiador griego Diodoro de Sicilia asegura que en la Época Tardía se podía beber en Pelusio un tipo de cerveza tan fuerte, embriagadora y excitante, que “ni en el olor ni en la dulzura de su sabor es muy inferior al vino”.
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Fabricación de la cerveza
El proceso para la fabricación de la cerveza, (el cual era llevado a cabo fundamentalmente por las mujeres), sin ser excesivamente complicado, era sin lugar a dudas bastante trabajoso, necesitándose cumplimentar varios pasos: inicialmente se tomaba pan del día anterior, ya fuera de trigo, cebada o mijo, se desmenuzaba, y tras introducir los fragmentos en una tinaja de gran tamaño, se les añadía agua hasta cubrirlos por completo. Esta mezcla inicial se la dejaba reposar durante tres días. Mas tarde (y en un recipiente aparte), se echaba una pequeña cantidad de grano, cubriéndolo con agua caliente. Transcurridas veinticuatro horas se escurría el agua con un colador, y se exponían los granos al calor del sol para que se secaran durante otro día más. (Merced a ello se producía una especie de exudación blanca lechosa como consecuencia de la incipiente germinación). A continuación se machacaban los granos hasta formar con ellos una pasta uniforme, pasta que tras ser unida a la mezcla primera se dejaba macerar durante otras diez horas. Por último se filtraba el líquido resultante, almacenándose en otra vasija donde quedaba preparado para ser consumido. El resultado final era una especie de licor alcohólico de color turbio. En cuanto a los restos sólidos sobrantes de estos procesos, generalmente eran desechados, aunque había veces que la gente más pobre los aprovechaban comiéndolos sazonados con pimienta roja, o dándoselos como alimento a los caballos.
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miércoles, 4 de febrero de 2009

Del calendario egipcio al romano

¿Por qué tenemos el calendario que tenemos? El investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), Jesús Maiz, es un especialista en la materia y conoce la evolución científica que, a lo largo de la historia, ha seguido el almanaque para tratar de adaptarse lo mejor posible a las estaciones que tiene el planeta en su gira alrededor del Sol.
Con motivo de la celebración del año de la Astronomía, el IAA de Granada organizó hace unos días una conferencia en la que el investigador explicará cómo cada sociedad aprendió a contar los días.
Según explica el experto, el calendario juliano, impuesto por el emperador romano Julio César, fue el primero que más se asemejó al formato actual, también con doce meses de una duración parecida. Antes de eso, el anuario de los romanos era variable cada año y manipulado en función de intereses políticos y económicos.
Cuando Julio César conoció el calendario que usaban los sacerdotes egipcios, decidió modificar la fórmula que seguían desde Roma. El nuevo almanaque ya incluía los años bisiestos.
Jesús Maíz destaca que el formato juliano era el más correcto y el que mejor reproducía las estaciones temporales, y que los nombres de los meses hacían referencia a números, september (7), october (8), november (9) o december (10). Cuando murió Julio César, el Senado, en su honor, puso su nombre al mes en el que perdió la vida: Julius (julio).
El emperador que vino después, Augusto, tampoco quiso ser menos y denominó a un mes como Augustus (agosto). Poco a poco, el almanaque iba adquiriendo la fórmula que actualmente conocemos.
El astrónomo del IAA recuerda con humor cómo el emperador Tiberio fue uno de los pocos que rehusó modificar el calendario, alegando: «¿Qué haréis cuando haya tres Césares?».
«Aunque el calendario juliano era bastante preciso, no lo era lo suficiente, cada 130 años se perdía un día», sostiene Jesús Maiz. Por eso en octubre de 1582, el Papa Gregorio XIII hizo una reforma.
Por un lado, eliminó 10 días del calendario para ajustar el margen de error del anuario juliano. Con lo que, en las regiones que seguían la reforma del Papa, el diez de octubre de 1582 fue uno de los días que no existieron.
Por otro, y también con el objeto de no caer en el mismo error que su antecesor, Gregorio XIII propuso que aquellos años bisiestos que son múltiplos de 100, sólo sumen un día si también son múltiplos de 400. De manera que el 1600 y el 2000, por ejemplo, sí fueron bisiestos. «Esta medida fue tomada porque había demasiados años bisiestos», argumenta el experto.
La reforma gregoriana no llegó a todas partes por igual, y es que en aquellos tiempos la fe estaba dividida en Europa. Si bien los católicos implantaron el nuevo anuario en 1582, fieles al Papa, los protestantes continuaron con el calendario juliano hasta el siglo XVIII, y los ortodoxos no aceptaron la nueva fórmula hasta el XX.
Otra de las curiosidades que esconde la organización del calendario es la Semana Santa, ¿por qué no se celebra siempre en la misma fecha? Jesús Maiz explica al respecto que cuando el cristianismo fue declarado religión oficial del Imperio (siglo IV) se celebró el Concilio de Nicea, con el objeto de poner una fecha para celebrar la resurrección de Jesucristo.
A partir de la lectura de los Evangelios, quedó establecido que Jesús murió durante la Pascua Judía, con lo que para festejar esta celebración habría que regirse, igualmente, por el calendario judío.
Así, Maíz añade que éste era una forma de calendario lunar, y que por eso la Semana Santa se celebra el primer domingo que va detrás de la primera Luna Llena de la Primavera, es decir, entre el 21 de marzo y el 25 de abril.

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http://www.diariosur.es/20090204/sociedad/historia-calendarios-20090204.html